Estas innumerables formas de vida en las gotas de agua no sólo contribuyen a la purificación de los ríos, lagos y mares, sino que con ello también el organismo del hombre, el cuerpo humano, es limpiado por el agua, que lleva en sí miles de animalitos microscópicos que están previstos para esto. A esta forma de vida se les puede llamar los limpiadores naturales del cuerpo físico.
El agua natural de la Tierra no se ha dado sólo para la limpieza y el regadío del suelo, sino que también al cuerpo humano, a sus células, a la sangre y a los órganos. Los innumerables seres vivos en el agua, los microbios, ayudan a la limpieza y depuración de los intestinos humanos y de los animales y reconstituye la flora intestinal. El agua curativa está destinada para todos los elementos básicos del cuerpo.
Sin embargo, la relación del hombre con la naturaleza y con el manantial de la vida, que es el agua, está perturbada.
Si las fuentes de la tierra, el agua, están contaminadas, si ya no están en condiciones de darle al hombre sustancias sanas y reconstituyentes, entonces también el ser humano enferma. Si los animalitos del agua, los microbios, han sido exterminados por medio de sustancias químicas, de contaminación atómica y cosas parecidas, entonces el agua es un líquido sin vida, que si bien todavía le sirve al hombre para lavarse exteriormente, ya no puede restablecer, ni fortalecer, ni vivificar sus órganos; y las causas de esto conducen a malestares, enfermedades y reveses del destino.
Ya es hora de que el hombre reconozca que somos un cuerpo natural nacido de la Tierra y que mientras sigamos maltratando y contaminando, cegados por la avaricia y los intereses, nuestro hermosísimo planeta nos agredimos a nosotros mismos.
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