La piel es un órgano vivo.
La piel, tejido que recubre nuestro cuerpo, es el órgano más extenso del organismo: ocupa en el adulto una superficie de aproximadamente dos metros cuadrados. Según las distintas partes del cuerpo, puede variar su espesor, color así como la presencia de vello y glándulas.
La piel está constituida por tres capas sucesivas: La epidermis la más superficial, la dermis y la hipodermis, la más profunda. Como nexo de unión entre nuestro organismo y el exterior, la primera función de la piel es proteger el organismo. Es la razón por la que los dos mil millones de células que la componen se renuevan de forma continua. 300 millones de ellas son reemplazadas cada día. Las células son las unidades más pequeñas de la materia viva. Sus núcleos contienen el ADN, es decir nuestra mapa genético hereditario.
¿Que es una célula?
La célula, la unidad más pequeña de la materia viva, representa la forma de vida más simple de nuestro organismo. Puede asumir por sí sola las funciones vitales esenciales. Las células que constituyen los distintos tejidos del organismo son muy diversas. Cada una de ellas cumple una función vital determinada y más o menos especializada. La piel es el tejido que contiene el mayor número de células especializadas.
Las funciones vitales de la célula:
Las células tienen un código genético según sea su especialización en los tejidos de nuestro organismo. Estas informaciones permiten la síntesis de una determinada gama de proteínas características de distintos tipos celulares. Así se determinan la formación y la función de cada órgano.
¿A qué se asemeja el ADN?
El ADN se asemeja a una micro-película donde fueron grabadas antes del nacimiento miles de informaciones codificadas. Son los genes. Estos genes permiten programar la actividad de las células, al igual que la fabricación de las proteínas, de los lípidos y de las enzimas o de los pigmentos de melanina en la piel .
Las moléculas de ADN están constituidas por dos cadenas muy finas enrolladas entre sí y que forman una doble hélice. La molécula en su totalidad representa miles de espirales y la cinta de ADN desenrollada puede alcanzar más de dos metros de largo por un micrómetro de ancho.
Cuando está dañado por las agresiones exteriores, como por ejemplo las radiaciones solares, el ADN tiene la capacidad de regenerarse por sí mismo. Sin embargo, los daños más importantes provocan mutaciones del código genético que pueden favorecer la aparición de cáncer al propagarse de célula en célula.
Estructura de la piel.
La piel está constituida por tres capas sucesivas, la epidermis, la más superficial, la dermis y la hipodermis, la más profunda. La piel está cubierta por la película hidrolipídica, una mezcla de sudor y de sebo, que constituye la primera barrera defensiva contra las agresiones exteriores al limitar el desarrollo de las bacterias gracias a su acidez. Esta fina emulsión mantiene también el grado de hidratación cutánea y le otorga a la piel su aspecto aterciopelado.
La epidermis
La epidermis es el revestimiento más externo, la primera barrera de protección del organismo. Está constituida por distintas capas de células perfectamente estratificadas y no contiene vasos sanguíneos.
La capa superficial, la capa córnea, está constituida por células que contienen queratina y que se eliminan continuamente al exfoliarse.
Estas células han pasado por una maduración específica al perder su núcleo y volverse planas, formando finalmente capas finas que descaman.
El espesor de la capa córnea varía según las distintas partes del cuerpo. La más gruesa es aquella que cubre la palma de las manos y la planta de los pies, debido a los roces y otros tipos de fricciones. En cambio, la piel que cubre las mucosas no contiene queratina y, por lo tanto, no tiene capa córnea.
La capa profunda de la epidermis, que está constituida por células germinativas, asegura la renovación continua de la capa córnea, después de la ascensión y de la maduración celular. Se requieren entre cuatro y seis semanas para que la epidermis se renueve en su totalidad.
En la parte profunda de la epidermis, se encuentra igualmente otro tipo de células especializadas. Son los melanocitos. De ellas depende el color de la piel, ya que son las células que fabrican la melanina. Este pigmento se encuentra en mayor cantidad en las pieles oscuras que en las pieles claras.
La dermis
La dermis es el tejido de sostén de la piel. Sus células especializadas, los fibroblastos, fabrican fibras de colágeno y de elastina. Las fibras de colágeno confieren a los tejidos firmeza y resistencia, al formar una trama densa organizada en haces. Las fibras de elastina, que son más finas, le dan a la piel su elasticidad. Progresivamente se vuelven rígidas y desaparecen aproximadamente después de los 45 años. Estas fibras se encuentran en un gel rico en ácido hialurónico. Este ácido interviene en la hidratación de la piel al fijar moléculas de agua.
La dermis contiene igualmente numerosos vasos sanguíneos que nutren la epidermis profunda y participan de la regulación térmica.
La dermis es particularmente rica en terminaciones nerviosas específicas, sensibles al tacto, al dolor y a la temperatura. Por lo tanto, la piel es un órgano sensitivo.
La hipodermis
La hipodermis es la capa adiposa del organismo. Según su forma, nuestra silueta es más o menos armoniosa.
Representa la reserva energética más importante del organismo gracias al almacenamiento y a la liberación de ácidos grasos.
Sus células grasas, los adipocitos, son células voluminosas. Los adipocitos se distribuyen de manera distinta en la mujer y en el hombre. En las mujeres, los adipocitos predominan en la zona de los glúteos y de los muslos. En los hombres, se encuentran más bien en la zona abdominal. En la hipodermis, se encuentran las glándulas sudoríparas y los folículos pilosos a los que están unidas las glándulas sebáceas.
La piel es un órgano vital
La piel es, al igual que el corazón, un órgano vital. La piel cumple distintas funciones esenciales para nuestro organismo.
Como nexo de unión entre nuestro organismo y el exterior, su primera función es protegernos contra las agresiones físicas y químicas. Sirve igualmente de filtro pues permite numerosos intercambios biológicos con el exterior y sintetiza la vitamina D, que es esencial para el crecimiento y la calcificación de los huesos. Gracias a los vasos sanguíneos, que irrigan nuestra piel, y a la secreciónde sudor, la temperatura de nuestro cuerpo se mantiene constante. La piel también es un órgano sensitivo. Las numerosas terminaciones nerviosas que contiene están en el origen del tacto, el primero de nuestros cinco sentidos.
La piel protege
La piel es la primera barrera protectora frente a las agresiones exteriores. Es una defensa de tipo físico y químico:
La hipodermis y la dermis amortiguan los golpes para proteger los músculos y los distintos órganos. También preservan el organismo del frío.
La síntesis de pigmentos de melanina por los melanocitos de la epidermis asegura una protección eficaz contra los rayos UV del sol.
La película hidro-lipídica, compuesta por una mezcla de sudor y de sebo, limita las infecciones bacterianas gracias a su acidez. Esta película contribuye también a la hidratación y al aspecto sedoso de la piel.
Gracias a sus propiedades selectivas de impermeabilidad, la piel impide la penetración en el organismo de ciertos cuerpos químicos y limita su deshidratación.
La piel es un lugar de intercambios
La piel "respira". Es un tejido permeable que permite a las células abastecerse de oxígeno, agua y minerales directamente del exterior. A través de los poros, que son minúsculos orificios cutáneos (dos millones por individuo), se elimina la transpiración. Cada día, toxinas y partículas de polvo o bacterias se acumulan en la piel y pueden obstruir los poros. Por lo tanto, es importante limpiar cuidadosamente la piel con productos que no sean ni demasiado agresivos, ni tampoco demasiado suaves. El uso de productos inadecuados puede perturbar el equilibrio de la piel y provocar su envejecimiento prematuro.
La piel regula
La piel asegura la regulación térmica del cuerpo. Para mantener constante la temperatura del cuerpo en 37°C, la piel actúa como un verdadero termostato. Cuando hace frío, los escalofríos sirven para calentar el cuerpo y los vasos sanguíneos se contraen para evitar un enfriamiento demasiado fuerte de la sangre, lo que provoca la palidez de la tez.
Al contrario, el calor provoca la transpiración para refrescar la superficie de la piel. El flujo sanguíneo de los capilares aumenta para eliminar más calorías. Es lo que provoca el enrojecimiento de la piel en épocas de calor.
La piel metaboliza
En la dermis, se fabrica la vitamina D bajo el efecto de las radiaciones solares. Esta vitamina es necesaria para la absorción del calcio y la fijación de éste en los huesos, operaciones indispensables para el desarrollo y crecimiento de los individuos.
No obstante hay que desconfiar de los efectos del sol y no abusar. La exposición diaria a la luz del sol durante unos momentos, incluso cuando está nublado, es suficiente para sintetizar la cantidad necesaria de Vitamina D.
La piel informa
El tacto es el primero de los cinco sentidos que se manifiesta en el embrión. El tacto permite la percepción de muy finas e innumerables sensaciones. La piel tiene por misión informar al cerebro gracias a los 500 receptores nerviosos que contiene cada cm2 de piel. Distintos receptores intervienen para las sensaciones táctiles, térmicas o dolorosas.
La piel también es un órgano de intercambio social. Refleja la salud del cuerpo y del espíritu. En efecto, los tejidos nerviosos y cutáneos tienen el mismo origen embrional. Las dermatosis pueden manifestarse o agravarse cuando las personas padecen problemas psicológicos, como por ejemplo la ansiedad.
La piel es el reflejo de la identidad de cada individuo. Las huellas digitales siempre son distintas, incluso en el caso de mellizos, que tienen el mismo ADN.
Si uno intenta destruirlas por el fuego o la abrasión, en la mayor parte de los casos, las huellas digitales se reconstruyen.
Dr. Miguel Aizpún
Dermatólogo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario