14/8/10

El Insomnio


¿Qué es el insomnio?

Tipos y causas del insomnio

Tratamiento del insomnio (Etiológico, no farmacológico, farmacológico)

Con el término "insomnio" se denomina la dificultad para iniciar o mantener el sueño, o bien la falta de sueño reparador. Es el transtorno del sueño más frecuente y de mayor repercusión sociosanitaria.

Según la O.M.S. (Organización mundial para la Salud), para establecer el diagnóstico de insomnio, deben considerarse esenciales los siguientes rasgos clínicos:

-Que la alteración se presente por lo menos tres veces a la semana durante al menos un mes.

-Que exista una preocupación excesiva, tanto durante el día como por la
noche, sobre el hecho de no dormir y sus consecuencias.

-Que la calidad o cantidad insatisfactorias del sueño produzcan un malestar general o interfieran con las funciones sociales y ocupaciones del enfermo.

No debe considerarse como insomnio el dormir poco tiempo si la calidad del sueño es buena y no se afecta la actividad ni el estado de alerta diurnos. (Las necesidades de sueño varían mucho entre las personas. Puede haber personas sanas que duermen 3 horas y se sienten bien el resto del día, y otras acostumbradas a dormir 10-12 horas diarias, que se sienten privadas de sueño o cansados cuando "sólo" han podido dormir 7 horas. La mayoría de los adultos duermen entre 5 y 9 horas, siendo lo más frecuente unas 7-8 horas.)

La prevalencia del insomnio es elevada. En el periodo de un año, alrededor de un tercio de la población adulta tiene algún problema de insomnio; y en la mitad de ellos aproximadamente, el insomnio es importante o crónico. Es más frecuente en los ancianos, ya que aproximadamente la mitad de los mayores de 65 años tienen alguna dificultad en el inicio y mantenimiento del sueño. Su prevalencia es mayor en las mujeres que en los hombres, en los pacientes con problemas médicos o psiquiátricos, en los consumidores de sustancias de abuso, y en personas con posiciones socio-económica y educacional bajas.

TIPOS Y CAUSAS DEL INSOMNIO

Con el fin de orientar el diagnóstico y tratamiento, suele clasificarse el insomnio según su etiología, según su forma de presentación (de inicio, de mantenimiento, despertar precoz) y según su duración (transitorio, si dura unas pocas noches; de corta duración, si dura menos de tres semanas; crónico o de larga duración, si dura más de tres semanas -meses o años-).

Los insomnios transitorios o de corta duración suelen estar producidos por diversas circunstancias ambientales o situaciones de estrés, como por ejemplo: presentarse a exámenes, la hospitalización, la pérdida de un familiar, la recuperación postoperatoria, el dolor, problemas laborales, trabajo en turnos, uso de fármacos o sustancias estimulantes, cambio de residencia, ruido, la retirada de fármacos hipnóticos, los viajes con cambio horario ("jet lag"), etc. Al desaparecer o aliviarse estas causas, lo hace el insomnio. En muchos casos este tipo de insomnio puede ser autolimitado, en el sentido de que la misma falta de sueño aumenta la tendencia a dormir.

Aproximadamente, del 10 al 15% de los pacientes con insomnio crónico, abusan del consumo de sustancias, principalmente del alcohol y otros sedantes. Aunque el alcohol puede favorecer el inicio del sueño, también produce una fragmentación del mismo, ya sea por deprivación y síntomas de abstinencia durante el sueño o bien debido a efectos somáticos (por ejemplo cefaleas, dolor gástrico, poliuria, etc.). También puede contribuir al insomnio el uso o el abuso de algunos fármacos (anfetaminas y derivados, teofilina, beta-bloqueantes y beta-estimulantes, l-dopa, algunos antidepresivos, corticoides, etc.), de sustancias (cafeína, nicotina, etc.), así como la abstinencia de algunas sustancias (alcohol, sedantes, etc.).

El insomnio puede ser debido también a muchos trastornos orgánicos, tales como los que producen dolor o malestar (cefaleas, infecciones dentales, úlcera péptica, enfermedades reumáticas, dolor crónico asociado frecuentemente a depresión, etc.), hipertiroidismo, hipertensión arterial, insuficiencia cardíaca, angina de pecho, insuficiencia renal, poliuria, asma, reflujo gastroesofágico, fiebre, tos, enfermedad de Párkinson, lesión cerebral, etc.

TRATAMIENTO DEL INSOMNIO

¿Debe tratarse el insomnio?

Si el dormir poco no ocasiona problemas a la persona y su rendimiento diurno es normal, no es necesario un tratamiento.

Pero el no poder dormir puede producir irritación y hasta un estado de desesperación en algunos pacientes. Puede ser la causa de diversas quejas durante el día, tales como cansancio, somnolencia, dificultad para concentrarse, dificultad para recordar, menor tolerancia a pequeños problemas, disminución de rendimiento en el trabajo, empeoramiento de relaciones familiares y sociales, dormirse a destiempo o inoportunamente, disminución de la sensación de bienestar, accidentes más frecuentes (incluidos los de tráfico), etc.

En muchos casos de pacientes con insomnio importante puede ser conveniente proporcionar alivio sintomático, ya que los beneficios que se consiguen con el tratamiento son considerables y superan los riesgos que conlleva.

TRATAMIENTO ETIOLÓGICO

Siempre que sea posible, el tratamiento del insomnio debe dirigirse a tratar el trastorno subyacente, es decir, tratar el problema que provoca este insomnio.

TRATAMIENTO NO FARMACOLÓGICO

Cuando no sea posible identificar la causa del insomnio podrá recurrirse o no al tratamiento farmacológico, pero siempre deberán aplicarse otras medidas de tratamiento no farmacológico, especialmente en pacientes con insomnio crónico.

Entre los recursos "no farmacológicos" de tratamiento del insomnio, se incluyen las medidas sobre la higiene del ciclo sueño-vigilia, el "control de estímulos", la restricción del sueño, la cronoterapia, la terapia con luz artificial, las técnicas de relajación y las terapias cognitivas. En caso necesario, habrá que acudir a un profesional especialista en este tipo de terapias (psiquiatras, psicólogos, etc.).

HIGIENE DEL SUEÑO

Con la expresión "higiene del sueño" se describen distintas pautas de comportamiento que conducen al sueño. Son medidas que deben llevarse a la práctica aunque el paciente inicie un tratamiento con fármacos hipnóticos, ya que se potenciará su eficacia y podrán suspenderse más fácilmente (una vez que el paciente haya puesto en marcha esas medidas). Entre ellas se encuentran:

Tener unas espectativas de sueño realistas. Puede tranquilizar al paciente saber que puede ser normal dormir poco si durante el día no está cansado o somnoliento, que el tiempo de sueño disminuye con la edad, y que muchas veces el insomnio es autolimitado, es decir que se termina sin hacer nada especial.

Duerma tanto como sea necesario para sentirse descansado durante el día siguiente. La disminución del tiempo que se pasa en la cama parece solidificar el sueño. Por el contrario, la permanencia durante demasiado tiempo en la cama parece estar relacionada con un sueño superficial y fragmentado.

Levántese cada día a la misma hora, siete días a la semana. Aunque se duerma mal e incluso los fines de semana.

(Despertarse por la mañana a una hora regular induce la regularidad en el inicio del sueño).

El ejercicio físico moderado favorece el sueño; el ejercicio intenso y esporádico lo perjudica.

Procurar que el dormitorio sea confortable. Es decir, sin ruidos (coloque alfombras, cortinas, cierre la puerta),, temperatura mayor de 15 grados y menor de 25, con ropa, colchón, etc., que resulten cómodos.

Evitar las bebidas que contienen cafeína (café, té, y bebidas de cola), especialmente a partir del mediodía, ya que pueden producir insomnio o disminuir la profundidad del sueño.

Evitar el alcohol, ya que aunque produce somnolencia, da lugar a un sueño fragmentado.

Evitar la administración de fármacos con efectos estimulantes del SNC, tales como anorexígenos, anfetaminas, antidepresivos de tipo estimulante, preparados tiroideos, broncodilatadores, etc. Si son necesarios, administrarlos por la mañana.

No ir a la cama con hambre. A veces un vaso de leche puede favorecer el sueño.

Evitar cenas copiosas que pueden ocasionar molestias digestivas que dificultan el sueño.

Evitar la ingesta excesiva de líquidos y de diuréticos al final del día, que pueden producir el llenado de la vejiga urinaria y necesidad de orinar que despierta al paciente, sobre todo si es anciano con menor capacidad vesical.

El uso habitual del tabaco altera el sueño.

Si se encuentra en la situación de haberse despertado y estar mirando el reloj, ponga el reloj debajo de la cama o cúbralo.

CONTROL DE ESTÍMULOS

Ir a la cama cuando se tiene sueño.

No realizar en la cama actividades como trabajar, leer, comer o ver la televisión. La única excepción es la actividad sexual.

Si no consigue conciliar el sueño en un rato (por ejemplo, 10-30 minutos, aunque no debe estarse pendiente del reloj), el paciente debe levantarse y salir de la habitación, realizar alguna actividad y cuando empiece a tener sueño volver a la habitación a dormir. Así se trata de asociar la cama y el dormitorio con el hecho de dormirse rápidamente.

Repetir lo anterior las veces que sea necesario. Será menos necesario conforme se vaya asociando el dormitorio con el sueño.

Poner el despertador y levantarse todos los días a la misma hora, independientemente de lo que se haya dormido cada noche, con el fin de conseguir y mantener un determinado ritmo del ciclo sueño-vigilia.

No dormir siestas durante el día.

TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO.

Los fármacos hipnóticos constituyen un recurso ampliamente utilizado en el tratamiento sintomático de pacientes con insomnio. Su principal indicación es el insomnio transitorio o el de corta duración, así como el uso intermitente en el insomnio crónico. En cualquier caso se recomienda una duración corta del tratamiento (días o semanas) con el fin de reducir el riesgo de que se produzcan fenómenos de tolerancia o dependencia. Sin embargo, es muy frecuente la utilización diaria de hipnóticos durante largas temporadas, debido a motivos diversos, tales como la dificultad crónica para conciliar el sueño, la falta de revisiones periódicas o el desconocimiento de la causa del insomnio (por ejemplo, una depresión no diagnosticada).

Un buen hipnótico debe inducir el sueño de forma rápida y mantenerlo durante unas 7 u 8 horas, evitando los despertares frecuentes; no debe producir efectos adversos, entre los que se encuentran los efectos residuales de la mañana siguiente (somnolencia, disminución del rendimiento psicomotor, etc.), o fenómenos de dependencia (efecto rebote o síntomas de abstinencia); su administración prolongada no debiera disminuir su efecto, es decir; que no se produzca tolerancia; y no deben alterar la arquitectura del sueño, de manera que todas las fases o etapas del sueño estén presentes durante el tiempo que les corresponde.

Se utilizan como hipnóticos distintas clases de medicamentos. No hay un hipnótico que esté indicado en todas las formas de insomnio.

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