Aunque desde que los hallaron, el 22 de agosto, siempre hubo una comunicación fluida con los trabajadores que quedaron encerrados bajo la tierra a casi 700 metros de profundidad, había mucha expectativa por el estado de salud física y emocional que tendrían al aparecer en la superficie, luego del rescate.
Pero el plan de nutrición y actividad física propuesto por el Departamento de Salud del Gobierno de Chile logró mantener a los 33 mineros en un estado óptimo de salud.
Desde el 5 al 22 de agosto, cuando se tuvo el primer contacto con los mineros, luego de que quedaran atrapados bajo tierra, los trabajadores comieron cada 48 horas dos cucharadas de atún, medio vaso de leche y media galleta, y duraznos en conserva, de manera de administrar apropiadamente las reservas.
Luego, al tener el primer contacto con la superficie, comenzaron a recibir comida especialmente seleccionada por un equipo de nutricionistas a través de tubos plásticos. El plan nutricional consistió en una dieta de 2200 calorías para evitar que los trabajadores aumentaran de peso: desayuno, snack a media mañana, almuerzo, merienda y cena. Además de tomar agua mineral, se les suministró agua con glucosa y vitaminas.
Las comidas para el almuerzo y la cena consistieron en carne o pollo picado con arroz. De postre, recibieron fruta.
Además, siguieron una rutina de ejercicios, a fin de evitar que se atrofien los músculos y mejoren su capacidad respiratoria.
No obstante, se estima que los mineros bajaron alrededor de 15 libras (7 kilos) de peso durante el cautiverio.
Mantenerse saludables y con un estado físico óptimo fue uno de los primeros objetivos de los expertos, como forma de prevención de enfermedades y para prepararlos para el rescate.
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