No siempre más es mejor. En el caso de la vitamina D por ejemplo, que es muy necesaria para mantener los huesos sanos y fuertes, consumir más no significa que sea mejor para prevenir el cáncer u otras condiciones. Incluso, consumirla en exceso podría causar otros problemas, como daños renales (del riñón), y hasta hay quienes opinan que incrementa el riesgo de contraer cáncer del páncreas.
Pero tampoco hay que consumir poca vitamina D.
Esto puede provocar enfermedades en los huesos (como osteoporosis y raquitismo) sino que también puede incrementar el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer, enfermedades autoinmunes, depresión, problemas cardiacos y diabetes tipo 1 en los niños, entre otros problemas de salud.
La vitamina D ayuda al cuerpo a mantener los niveles de calcio y de fósforo adecuados. Además, permite que los huesos absorban el calcio que necesitan para desarrollarse fuertes. Pero, ¿cuál es la cantidad que se recomienda consumir diariamente? Todavía hay discrepancias al respecto: la cantidad óptima varía de 400 a 2,000 unidades internacionales por día, en personas hasta los 70 años de edad, dependiendo de la edad.
Una de las principales fuentes de vitamina D que existen no se encuentra en ningún alimento y es la más sencilla de obtener: el sol.
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Si bien es cierto que debemos tener cuidado con la exposición a los rayos ultravioletas del sol, sobre todo a determinadas horas del día, ya que esto puede causarnos problemas en la piel (incluyendo el cáncer), evitarlos por completo también sería nocivo para nuestro cuerpo.
En pocas palabras: tan solo 10 o 15 minutos diarios de exposición al sol (en un horario prudente) son suficientes para obtener la vitamina D que nuestro cuerpo necesita.
En cuanto a los alimentos, podemos encontrar vitamina D en varios componentes de nuestra dieta, como:
- Pescados de agua salada (como salmón, atún y sardinas).
- Yema del huevo.
- Hígado.
- Aceite de hígado de bacalao.
- Leche fortificada y productos derivados (como el yogurt y los quesos).
- Cereales y jugos de fruta enriquecidos con esta vitamina.
- Las personas mayores.
- Los bebés que son amamantados.
- Las personas de piel oscura (ya que su piel absorbe menos cantidad de vitamina D de los rayos solares).
- Personas con ciertos problemas de salud, como enfermedades del hígado, los que padecen de enfermedad celíaca o que tienen fibrosis quística.
- Personas obesas o las que han tenido una cirugía de derivación gástrica (by-pass gástrico).